De mi experiencia personal, son raras las ocasiones en que una persona se siente realmente orgulloso. Siempre hay una sensación de satisfacción cuando se hace algo bien, pero el verdadero orgullo es elusivo. Cuando sucede, un cierto calorcillo te recorre el cuerpo y quieres dar a conocer a todo el mundo la fuente de esta sensación.
Pero hay sentimientos más poderosos. Hoy sentí una versión amplificada de ese orgullo que les comentaba; cuando la fuente de este sentimiento no es algo hecho por ti mismo, sino que por alguien cercano a uno (hijos, personas queridas, o -como me sucedió hoy a mi- instituciones con las que te has relacionado muy cercanamente) se siente mucho más a concho, y son fuente de profunda felicidad.
Hoy en el
Mercurio OnLine, apareció la noticia de que la
Academia de Bellas Artes premiará a Cristián Warnken por su trayectoria, aportes culturales y programas televisivos.
¿Qué tiene que ver esto con ese orgullo del que les hablaba?
Nada.
Es un pequeño párrafo, más adelante dentro de la misma noticia, el que sucita esta parrafada mía:
El tercer galardonado fue el Liceo de Música de Copiapó, que recibió el "Premio Domingo Santa Cruz" gracias a la reconocida excelencia artística de sus alumnos.
El Premio, que es de carácter honorífico, se materializará en un diploma y una escultura realizada por Sergio Castillo, miembro de número del área de Artes Visuales de la Academia Chilena de Bellas Artes.
La premiación se realizará en el marco de una Sesión Solemne, en abril próximo.
Después de la sorpresa de encontrarme con una mención al colegio en el que estuve por cerca de diez años (desde 1994 hasta 2003) me vinieron a la mente una serie de recuerdos de esa época, y de allí la fuente de orgullo y felicidad. Me alegra bastante que se reconozca a la gente que trabaja allí. Pese a los pequeños roces que se producen en casi cualquier lugar, el trabajo que se logra sacar adelante es espectacular.
Felicitaciones desde la distancia.
